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“Me decidí. Quiero ser actriz”, dijo Paula Alais unos años antes de terminar el secundario.Parecían nada más que simples palabras, pero ella estaba convencida de que habíaencontrado su vocación y que su vida iba a ser arriba de los escenarios. No le importaba el prejuicio y tampoco elsacrifico para llegar a donde quería. Ella estaba dispuesta y decidida paraemprender ese camino.
Así fue que una vez terminada la secundaria se anotó en lacarrera terciaria de Actuación y Dirección en el Centro de Investigación Cinematográfica(CIC), donde conoció a un grupo de gente con sus mismos objetivos. Pero además, lo que ninguno se imaginó es que compartían el mismo ídolo: el director Juan José Campanella.
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Sin querer ser estrellas para estrellarse, lo que deseabanera aprender, perfeccionarse como actores y actrices para obtener unreconocimiento por su trabajo en el escenario. Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4 Sabían que no era una tarea fácil y que les iba allevar un tiempo poder posicionarse. Al menos se les avecinaban los tres años que duraba la carrera y algunos cursos extra de canto y danza. Sin embargo, Paula, junto a algunos de sus compañeros de facultad, decidieron emprender un proyecto distinto, desde abajo. “Nuestra compañía teatral se va llamar Tesmoforia”,dijeron. ¿Por qué? Tesmoforia refiere a las parodias teatrales que se les hacía a unas fiestas griegas sólo de mujeres y de un varón disfrazado de mujer, y como el grupo estaba formado por cuatro chicas y un varón, decidieron llamarse así. Sin embargo, a medida que se presentaban con los infantiles se dieron cuenta que el nombre no pegaba y se pusieron El baúl de la abuela. " Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4 Porque todas las cosas que usamos eran de nustras abuelas", contaron.
El primer proyecto de Paula, Juliana, Lucila, Carolina y Mariana fue CincoMenosCuarto, una obra que habían preparado para la facultad y terminaron presentándola en el bar Planet Music y el teatro La Carbonera, de San Telmo. Pero el fuerte de la compañía son los infantiles. "Surgieron de casualidad; el papá de una amiga nos pidió que hagamos para una escuelita en Monte Chingolo y nos entusiasmamos tanto con la idea que quisimos dedicarnos a eso. Ahora ya tenemos tres obras de este género", dijo Paula.

"Lucas sin naríz", "A que te cuento un cuento" y "El mundo de las estaciones" las presentan en colegios, cumpleaños, teatros, fiestas de 50 y ahora les ofrecieron hospitales. "Nos ofrecieron mostrar una en el teatro La Castoreña, pero todavía lo estamos analizando. De no haber sido por la gripe A, en invierno hubiéramos estado en cartelera", explicaron. Sin embargo, consideran que el boca a boca les ayudó, más allá de las tarjetitas publicitarias que reparten al final de cada obra.
El baúl de la abuela es un grupo que prefiere la originalidad y no hacer una remake de una obra. "Buscamos que las historias tengan contenido pedagógico y educativo. Sabemos que los chicos no son tontos y que no se ríen de cualquier cosa. Distinguen lo que es bueno y lo que no", dijeron muy seguras de sí.
Por otro lado, mientras no presentan ninguna obra, las chicas ensayan y se dedican a dar clases de comedia musical en colegios y hacen algunas publicidades. "El varón de la compañía está haciendo televisión y a nostoras nos gustaría también. Por supuesto que no descartamos el cine. Si haciendo lo que nos gusta podemos ganar plata para vivir, mejor", acotaron. Además, con respecto a la financiación de las obras no sufren pérdidas, son sólo ganancias y tienen un fondo común que aumenta mes a mes.
"Ahora estamos armando una nueva obra de cuatro clowns que llegan a la luna. no está terminada, pero es un gran proyecto", comentó Paula. Pero agregó que con la plata que ganen les gustaría comprarse una engranpadora o una camioneta chica para trasladarse y ahorarr los gastos del flete.
Como toda compaía, El baúl de la abuela tiene un sello propio y es que en cada muestra colocan un biombo que marca el límite con otro mundo. "Es loco, pero queremos algo que nos diferencie", finalizó Paula.
